¿Que se le cae el pelo? –Pues aplíquese este milagroso ungüento crecepelo, y logrará una hermosa cabellera. –Sí señores, miren miren que mata de pelo tengo– dice un cómplice del charlatán que aparenta ser uno más del público.
La historia está llena de productos “milagrosos” promocionados públicamente por charlatanes en plazas y parques, que resultaban ser auténticas estafas. En Méjico se les llama “merolicos”. El diccionario de la Academia define “merolico” como «curandero callejero» y, en su segunda acepción, como “charlatán”. Desde la calvicie hasta el cáncer, pasando por el acné o las hemorroides, todo podía curarse con los ungüentos y pócimas de los charlatanes.
Charlatanes modernos
Afortunadamente en nuestros días ya no vemos a esos curanderos callejeros en las plazas y parques de las ciudades. Sin embargo, siguen vendiéndose productos “curalotodo”, ahora con apariencia científica.
Muchos estafadores, disfrazados de profesionales de la salud, están aprovechando la pandemia causada por el coronavirus para promocionar productos “milagrosos”. Uno de ellos es el llamado MMS, iniciales de Miracle Mineral Solution (solución mineral milagrosa).
Algunos mensajes comerciales sospechosos de estafa o fraude:
- “Remedio milagroso” (Los milagros solamente los puede hacer el Señor, aunque el enemigo también hace milagros mentirosos).
- “Resultado garantizado” (nadie puede garantizar la curación).
- “Mi tumor se redujo” (un testimonio personal no sirve como evidencia científica).
- “Cura muchas enfermedades” (entonces lo más probable es que no cure nada).
- “Hace perder peso sin dieta ni ejercicio” (el cambio en el estilo de vida es siempre necesario).
- Fórmula secreta (si se oculta la composición o no se declara explícitamente, debe sospecharse fraude).
Qué es el MMS
Se trata de una solución de clorito de sodio (NaClO) al 28% en agua destilada.[1] En presencia de un ácido fuerte, como el ácido clorhídrico del estómago, el clorito de sodio se transforma en dióxido de cloro (ClO), conocido por las siglas CDS. Tanto el clorito como el hipoclorito de sodio o el dióxido de cloro, son sustancias tóxicas, cáusticas y oxidantes. Puede decirse que el MMS es una forma de lejía (hipoclorito de sodio, NaClO) concentrada.
El dióxido de cloro y otros derivados del cloro actúan como desinfectantes y blanqueadores en diversos procesos industriales como la fabricación de papel. Los derivados del cloro se usan también para potabilizar el agua, en concentraciones siempre menores de 0,8 mg por litro, varios cientos de veces inferior a la concentración de cloro en el MMS.
Que los derivados del cloro actúen como desinfectantes por vía externa no implica que tengan efectos terapéuticos cuando se toman por vía oral. Uno de los argumentos para defender el MMS que emplea su principal promotor, Andreas Ludwig Kalcker, es que “el alcohol que bebemos muchos de nosotros también es un desinfectante”; efectivamente, el alcohol es un buen desinfectante por vía externa, pero por vía interna es un potente tóxico causante de muchas enfermedades. Como ya investigaron tantos científicos desde finales del siglo XIX, los desinfectantes no sirven como medicamentos.
El dióxido de cloro modifica irreversiblemente cualquier sustancia que posea átomos de nitrógeno o azufre en su interior. Estos elementos se encuentran en prácticamente todos los componentes celulares… de todas las células (incluyendo microorganismos, tanto dañinos como benignos, y células humanas, tanto cancerígenas como sanas). Es decir, destruye sin ningún tipo de especificidad, lo cuál es propio de un veneno, no de un medicamento.
Quienes consumen MMS están bebiendo lejía concentrada, y además, muy cara.
Situación legal del MMS
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ya prohibió la distribución del MMS y ordenó su retirada del mercado en 2010, por no haberse demostrado ninguna de sus pretendidas acciones curativas, y además, presentar efectos tóxicos documentados, tales como:[2]
- Dolor abdominal.
- Nauseas, vómitos, y diarrea.
- Fallo renal.
- Metahemoglobinemia.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) también advierte contra el uso del MMS, pues no existe ninguna prueba científica de que constituya un remedio contra el cáncer, el autismo, el sida, la hepatitis, la COVID-19 o ninguna otra enfermedad.[3] Por el contrario, el uso del MMS causa intoxicaciones que pueden ser graves e incluso mortales.
Nada que ver con la Reforma Pro-salud
El MMS es un producto artificial (no existe en la naturaleza), fabricado en un laboratorio o industria química, muy tóxico y que no cura nada. Por supuesto, se halla completamente fuera del ámbito del mensaje adventista de la salud.
Resulta sorprendente ver cuántos siguen siendo engañados hoy por la charlatanería [4]; cuántos, disponiendo del agua viva de la Reforma Pro-salud adventista, se van a beber el agua de cisternas rotas (Jeremías 2: 13).
El aire puro, el sol, el agua, la alimentación vegetal y las plantas medicinales, el ejercicio, el reposo, la temperancia y la confianza en Dios sí que son auténticos remedios.Si buscas otros, procura que al menos no hagan daño, aunque resulten ineficaces como ocurría con el ungüento crecepelo; pero no recurras al MMS que, además de no curar nada, intoxica.
Autor: Jorge D. Pamplona Roger, Doctor en Medicina y Cirugía, Master en Salud Pública por la Universidad de Loma Linda, Departamento del Ministerio de la Salud, Unión Adventista Española. Imagen: ShutterStock.
Referencias:
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Suplemento_mineral_milagroso
[4] El “descubridor” del MMS, Jim Humble, afirma que «ha sido enviado desde la galaxia Andromeda para salvar a la humanidad con su solución milagrosa» (The Miracle Mineral Solution of the 21st Century, Jim Humblle, 2006, ISBN: 0-9792884-4-4) y ha fundado una iglesia, la Genesis II Church of Health and Healing, para reclutar fieles.